De cambio climático, incendios y persecución

Escribe: Silvina Ramírez

Días pasados se hizo público la existencia de un incendio subterráneo en las inmediaciones de El Bolsón, región asolada por los incendios forestales en el pasado verano, asociado a la existencia de minas de carbón, que se activó en plena ola polar. Si esto sucede con tan bajas temperaturas, sólo basta imaginar lo que podría llegar a producirse con altas temperaturas en el verano. Parece certero afirmar que el cambio climático llegó para quedarse, y que es esperable que, si no se realizan acciones preventivas urgentes y de magnitud, precisamente por dicha emergencia climática, fenómenos como los que asolaron la Patagonia volverán a presentarse.

Asimismo, hace poco más de una semana la Corte Interamericana de Derechos Humanos dio a conocer su Opinión Consultiva (la 32/25), sobre “Emergencia climática y Derechos Humanos” en donde, en una exhaustiva investigación de la situación actual y sus causas, da cuenta de cuáles son las obligaciones estatales en esta coyuntura. Claramente, se señala al Estado como un protagonista para encauzar las políticas para gestionar el cambio climático, de manera tal de morigerar el sufrimiento de aquellos que son –y serán- los más afectados.

Cambio y emergencia climática, fenómenos naturales atravesados –y causados- por la mano del ser humano, son variables explosivas que se combinan para ocasionar estragos como los incendios. Lo que agrava aún más la situación para quienes la padecen es la búsqueda de culpables, que siempre está lejos de la desidia e ineficiencia del Estado, y que se centra en las comunidades mapuche tehuelche que habitan esos territorios. En plena temporada invernal es necesario anticiparse, precisamente para evitar lo que acontece cada verano: a la tragedia de los incendios debe sumársela la tragedia de la criminalización de las comunidades.

Sólo por remitirse a la historia corta, en el último verano en Río Negro y Chubut los incendios dispararon una persecución inédita a referentes de las comunidades mapuche. La invocación permanente de su responsabilidad por la clase dirigente y por los medios de comunicación generó un clima de hostilidad, que subsiste, a pesar que no pudieron aportarse pruebas que así lo acreditaran. Por todo ello, vale la pena realizar algunas consideraciones que permitan adelantarnos a situaciones similares, a fin de restañar el daño ya producido y soslayar daños futuros.

No es posible sustraer de la ecuación los incendios intencionales, pero nada indica que sean miembros de comunidades de la región. Cubrir con un manto de sospecha a las comunidades mapuche es evadir responsabilidades propias, y utilizarlos como chivos expiatorios de situaciones que, muchas veces, se podrían prevenir. Fenómenos tan extraños como el señalado en el primer párrafo, es sólo una muestra de las complejidades que la humanidad toda debe enfrentar en los años venideros. Sería deseable que todos/as, pero principalmente quienes nos gobiernan, entiendan los alcances del cambio climático, se alejen de visiones negacionistas, y ordenen medidas que intenten lidiar con situaciones extremas, antes que perseguir, hostigar y criminalizar. La historia nos enseña que el Estado –y en especial con las actuales gestiones, que van consolidando un modelo excluyente- no siempre tiene claras sus prioridades, y sus políticas siguen afectando a quienes más necesitarían de políticas con enfoque de derechos e interculturales.   

📷 Roxana Sposaro



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