Los incendios en la cordillera y el enemigo perfecto

Mientras arden los territorios en la cordillera, los gobiernos deciden desfinanciar los sistemas de prevención y combate del fuego y alientan los discursos de odio. En paralelo se detiene a brigadistas voluntarios autoconvocados y se da vía libre al accionar de patotas parapoliciales.

Facundo Jones Huala se presentó el 2 de febrero pasado en la Biblioteca Popular Aimé Paine, en Bariloche, para presentar un fanzine con poesías de su autoría, al que sin perder su característica polémica, tituló: “Entre rejas, antipoesía incendiaria”. Durante esa jornada Jones Huala declaró: “yo particularmente como miembro de una organización política, militar, reivindico los atentados incendiarios y los sabotajes a la infraestructura del sistema capitalista, de las transnacionales, de los terratenientes. Pero nosotros jamás hemos atacado a nuestro entorno ni a las personas.Y enfatizó: “Todas estas mentiras que dicen que andamos prendiendo fuego, o que dañamos donde nosotros vivimos, donde viven nuestra gente, nuestras comunidades son una mentira. Jamás lo hemos hecho ni lo haríamos. (…) Nosotros no tenemos nada que ver con ese tipo de atentados incendiarios del enemigo hacia el pueblo mapuche y hacia el pueblo pobre, porque hay un montón de gente laburante ahí que está pagando las consecuencias y que no son solamente mapuche.” 

Los dichos de Jones Huala no tardaron en repercutir. El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, y el vocero presidencial, Manuel Adorni, se encargaron, otra vez, de instalar la teoría de enemigo interno. El gobierno nacional, a través del Ministerio de Seguridad Nacional a cargo de Patricia Bullrich, denunció penalmente al lonko mapuche por “intimidación pública, incitación a la violencia colectiva, apología del crimen y asociación criminal”   

Pero el señalamiento al referente mapuche no terminó ahí. La detención de brigadistas autoconvocados y el ataque de patotas al estilo “liga patriótica”, marcaron una jornada violenta mientras el fuego sigue arrasando a los territorios.

El árbol que tapa el bosque

El 30 de enero pasado se desató un incendio en confluencia de los ríos Azul Y Blanco en Mallín Ahogado, a pocos kilómetros de El Bolsón, en Río Negro. Los días siguientes, los fuertes vientos aportaron para que la tragedia rápidamente se expanda, arrasando hasta el momento con 3000 ha. Aproximadamente 120 familias fueron afectadas por el fuego, según datos aportados por el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF) de Río Negro.

Basta con leer diferentes medios, redes sociales, y escuchar a pobladores, desde distintos sectores, todos coincidían en el origen intencional. Tanto por parte del gobierno nacional, como del provincial, de vecinos y pobladores, lo que predomina es el señalamiento condenatorio a quien se considerara “adversario”.

Queda claro que quien tiene el poder – medios económicos y de propaganda- es el que impone quién será el “chivo expiatorio”, facilitado, además, por discursos funcionales y rumores no chequeados, difundidos inocentemente ante el profundo descontento popular al ver como todos los años estos incendios generan destrozos en las vida de la cordillera patagónica.

El enemigo interno ya está instalado: El “loco piromaniaco”, “el  bonaerense que llega a tomar tierras”, “el pseudomapuche” o “el lumpen funcional”, cualquier término despectivo sirve para buscar culpables.  Parece que ya no hace falta tener un discurso político radicalizado o anticapitalista. La simple solidaridad, o lo que es lo mismo, la ruptura de las lógicas individualistas que priman por estos tiempos, también es criminalizada. 

Primero vinieron por los mapuche…

A partir del 5 de febrero la investigación por los incendios se encuentra exclusivamente a cargo del Fiscal de El Bolsón, Francisco Arrien. Horas después, comenzó a circular en grupos de vecinos la información sobre la detención de tres personas sospechadas de estar implicadas con los incendios. El gobernador Alberto Weretilneck, no tardó en confirmarlo en los medios locales. Ya hacía varios días venía fogoneando la intencionalidad, incluso justificándolo en el hallazgo de una botella de vidrio que sería peritada. 

Ante la noticia, familiares y vecinos de la zona se acercaron a la comisaría N°12 pidiendo información, expresando que los detenidos eran brigadistas autoconvocados, que realizaban solidariamente tareas de combate del fuego y guardia de cenizas, como sucede en cada incendio que afecta a la comarca. 

Los discursos de odio vociferados todos los días por funcionarios locales, nacionales y provinciales, finalmente se materializaron. Pasadas las horas, los vecinos que se encontraban frente a la comisaria fueron agredidos por los conocidos “gauchos”, patota que se traslada a caballos, y que denuncian que responde al intendente Bruno Pogliano y Joe Lewis. Uno de ellos fue reconocido por los propios pobladores de la zona en otras agresiones, entre ellas la acontecida luego del asesinato del lamien mapuche Elias Garay Cayicol, y durante la marcha a Lago Escondido. El ataque se realizó en la puerta de la misma comisaría, ante la completa inacción de la fuerza policial. 

El combate a los incendios… bien gracias.

Desde el pasado 30 de diciembre, mediante el decreto presidencial 1136/2024 que modificó la Ley de Ministerios, el Sistema Nacional del Manejo del Fuego (SNMF) pasó de estar a cargo del Ministerio de Seguridad, encabezado por Patricia Bullrich.

Este traspaso de la secretaría de ambiente al ministerio de “Seguridad Nacional” se enmarca en un contexto de desmantelamiento del Estado y desfinanciación de los dispositivos para prevenir y combatir los incendios. Si se suma a esto la negación del cambio climático, como consecuencia de las actividades económicas destructivas de la naturaleza propias del sistema capitalista – monocultivo sin control de especies altamente inflamables como el pino, deforestación de especies nativas, proyectos inmobiliarios y extractivistas, entre otras –  todo apunta a profundizar las políticas donde lejos de pensar soluciones para los problemas estructurales, buscan responsables individuales y enemigos internos para distraer la atención de la profundidad del problema y de quienes deberían, y fueron elegidos, para materializar políticas concretas de prevención y combate del fuego.

En esta línea es que en la gestión negacionista del cambio climático, los incendios forestales dejan de ser un asunto de ambiente para pasar a ser de “seguridad nacional”. La reciente modificación del nombre del ministerio, y la recurrente acción de patotas parapoliciales, remiten tristemente a la famosa doctrina que precedió al terrorismo de Estado. 

Consecuencias del despojo 

Según el sitio argentina.gob.ar, “el 95% de los incendios forestales son producidos por la mano del hombre, la mayoría se dan en escenarios de fogatas y colillas de cigarrillos mal apagadas, el abandono de tierras, la preparación de áreas de pastoreo con fuego. Los factores climáticos como la falta de precipitaciones, las temperaturas elevadas, el bajo porcentaje de humedad, y los vientos fuertes, inciden en su propagación.”. 

A pesar de los datos oficiales, el gobierno nacional sigue negando el cambio climático y apuesta a las grandes inversiones extractivistas en los territorios. Con esto, anunciaron los despidos y la precarización de los trabajadores que protegen las zonas naturales. 

En la cadena de responsabilidades, la intencionalidad o negligencia humana es sólo la chispa que enciende la maquinaria insaciable de apropiación de los territorios, la privatización y concentración de tierra en manos de unos pocos empresarios. nacionales y extranjeros.

En 2011, un informe del Consejo Asesor Indígena (CAI) de Río Negro explicaba la histórica metodología para apropiarse de territorios mapuche en lo que hoy es El Bolsón: “Adalberto Torcuato Pagano, quien había sido por 11 años gobernador del territorio nacional de Río Negro y con tierras en Viedma y Choele Choel, en condominio con Carlos Pastorini (adjudicatario de 120 has en la zona), acceden en 1945 a 30 has en el lote103 para “instalar una usina hidroeléctrica, aserradero, fábrica de láminas para madera terciada” e industrializar lo producido en la explotación de 5.000 has de bosque de lenga ubicada en campos vecinos, por licitación pública otorgada meses antes. Les adjudican la tierra como libres de ocupantes, aunque en el acta de inspección reconocen que existe una población desde 1915 ocupada por José Antonio Anticura.” 

Con el despojo llegó la forestación con pinos en la zona cordillerana de Río Negro, que se potenció en los años setenta, promovida por los estados nacional y provincial, beneficiando capitales privados y mixtos. Desde aquellos años, todos los gobiernos mantuvieron esta política. Las consecuencias se siguen pagando.

Respecto al monocultivo de pinos, la Fundación Vida Silvestre señala que “el reemplazo del bosque nativo por especies exóticas, como diversas variedades de pinos, formó parte de una política forestal impulsada desde los años 60 con el objetivo de fomentar el desarrollo. Sin embargo, en muchos casos, estas plantaciones no recibieron el manejo adecuado, con falta de podas, raleos y cosecha en los tiempos oportunos. Además, su capacidad de expansión no fue controlada, lo que ha generado impactos en el paisaje y un aumento en la disponibilidad de material combustible. Esto contribuye a la propagación de los incendios forestales, incrementando el riesgo en la región.”

Más de lo mismo

Mientras se mantenga este sistema basado en la mercantilización de los bienes comunes naturales, en función de la acumulación capitalista, la destrucción del medio ambiente, y con ella los incendios forestales, seguirán profundizándose. La búsqueda de chivos expiatorios, la represión, la acción de patotas y el encarcelamiento de la población solidaria intentan ser la respuesta a la imparable organización de vecinos y comunidades que se niegan a ser cómplices de la degradación de sus territorios.



Deja un comentario