Pewmahue: La Deuda Histórica con el Pueblo Mapuche Tehuelche
La lonko de la comunidad, Elsa Ferreyra, detalló que a principios de enero pasado un grupo de personas, entre los que se encontraban sus propios hermanos, arribó en 5 vehículos al territorio de la comunidad a fuerza de gritos, amenazas e insultos. Junto a ellos se encontraba la abogada Karina Andrea Aizpitarte, quien terminó disculpándose por la agresión de uno de ellos. El conflicto es parte de una larga historia de despojo y falta de acciones por parte del Estado para reconocer la Propiedad Comunitaria Indígena.
El territorio comunitario
La comunidad Mapuche Tehuelche Pewmahue, cuyo nombre en mapuzungun significa “lugar del sueño”, habita a orillas del Lago Musters, en cercanías de la comuna rural de “Buen Pasto”, departamento de Sarmiento en Chubut. Se encuentra inscripta bajo Acta N° 69 del 2 de octubre de 2012. Folio Nº 70 del Libro Nº 1 Tomo 1, conforme al Registro de Comunidades Aborígenes de la Ley I Nº 171 de la Provincia del Chubut. Además tiene finalizado el relevamiento técnico, jurídico y catastral de las tierras por parte del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) en el marco de la Ley N° 26.160, quedando acreditada la ocupación actual, tradicional y pública de las tierras, mediante el Cuestionario económico social de comunidad indígena (CUESCI), informes cartográficos e Histórico Antropológico, los usos comunitarios de la posesión, respaldado por Dictamen Jurídico y Resolución final suscripta por el mismo presidente del organismo nacional bajo convenio con la Provincia de Chubut.
Sin embargo, Elsa y su familia han recibido en reiteradas ocasiones distintos tipos de agresiones por parte de sus hermanos, que pretenderían lograr la subdivisión y venta del territorio, a pesar de tratarse de una ocupación comunitaria actual, tradicional y pública, protegida por su carácter intransferible según el artículo 75, inciso 17, de la Constitución Nacional, el Convenio 169 de la OIT y las leyes nacionales y provinciales aplicables. A sabiendas de esto, en plena feria judicial el 6 de enero pasado, acompañados por la doctora Karina Aizpitarte acudieron a las vías de hecho e ingresaron mediante actos violentos al territorio.
¿Pero quienes hacen posible que la propiedad comunitaria se encuentre amenazada y que no se respete la legislación vigente?
La responsabilidad de los poderes de Estado
La falta de reconocimiento de la propiedad comunitaria indígena
A diferencia de la propiedad privada, en la propiedad comunitaria el territorio pertenece a la comunidad entera y no a individuos específicos. Esto determina que las tierras indígenas no puedan ser cedidas, vendidas o desalojadas.
Si bien el relevamiento de las tierras permite identificar y registrar detalladamente los territorios tradicionalmente ocupados por las comunidades indígenas, el Estado Argentino aún adeuda una Ley de Propiedad Comunitaria Indígena. Desde la reforma constitucional de 1994, que reconoció explícitamente los derechos de los pueblos indígenas, se ha observado una falta de iniciativa por parte de los sucesivos gobiernos para cumplir plenamente con la legislación. Ninguna administración ha impulsado con suficiente determinación la creación de un marco legal que garantice la propiedad comunitaria de las tierras indígenas.
En este contexto, la comunidad mapuche tehuelche Pewmahue continúa esperando la entrega del título de propiedad comunitaria. El Estado provincial, por su parte, sigue clasificando estas tierras comunitarias como “tierras fiscales”, una categorización que ignora la relación histórica y cultural de la comunidades con sus territorios. Este reconocimiento incompleto no sólo deja a la comunidad en una situación de incertidumbre, sino que también resalta la falta de mecanismos adecuados para la consulta y participación indígena en las decisiones que afectan directamente sus vidas y sus tierras.
El IAC
En Chubut, el Instituto Autárquico de Colonización y Fomento rural (IAC) es el organismo encargado de administrar la “tierra pública provincial”. Dichas tierras denominadas “fiscales”, antes de la campaña militar de ocupación de finales del siglo XIX eran territorio indígena. En 1955, con la provincialización de Chubut, las tierras fiscales pasaron a estar bajo la administración del Estado provincial actual, obteniendo un reconocimiento constitucional. Este cambio supuso un nuevo marco legal y administrativo para la gestión de estos territorios, encomendando al IAC la tarea de regular su uso y distribución.
Desde la legislación que le corresponde aplicar al IAC, en todos los trámites vinculados al manejo de la tierra pública ocupadas por indígenas, es la Ley I N° 157. Los artículos 39 a 48 y 51 tratan sobre las tierras fiscales ocupadas por indígenas y crea la Comisión de Tierras Indígenas (CTI), con el fin de identificar esas tierras y dictaminar en todas las actuaciones administrativas y acuerdos de linderos en donde intervengan miembros de los pueblos indígenas.
En diciembre del 2023 una sentencia del Superior Tribunal de Justicia exhortó a la provincia para que, en el menor tiempo posible, ponga en funcionamiento dicha Comisión, teniendo en cuenta la consulta previa, libre e informada para su conformación. Actualmente la CTI continúa sin conformarse, las resoluciones del IAC demuestran un negacionismo de la existencia de la propiedad colectiva, y dan anuencia a especulaciones y negocios inmobiliarios sobre los territorios ancestrales.
Hace pocos días la ciudad de Esquel en Chubut presenció un descomunal despliegue de fuerzas represivas para desalojar un territorio sin ocupantes. Días después, el gobernador Ignacio Torres anunció la conformación del Comando Unificado en Esquel y la comarca.
En estos términos, el gobernador se reunió con unos pocos integrantes de comunidades mapuche tehuelche y funcionarios. Entre los últimos, participó el presidente del Instituto Autárquico de Colonización y Fomento Rural de la Provincia de Chubut, Horacio Massacese, quien afirmó que crearán la CTI con la representación de las distintas comunidades. No obstante, las comunidades manifestaron el masivo rechazo mediante un documento público en el que denunciaron la falta de consulta previa, libre e informada.
La policía provincial
En comunicación con infoterritorial, Elsa remarcó la negativa de los agentes de la comisaría de Sarmiento a tomar su denuncia sobre recientes hechos de turbación de la posesión. A su vez, relató que, además recibió amenazas y agresiones reiteradas hacia ella y su familia.
Este preocupante patrón no es exclusivo de su situación. Conversaciones con miembros de otras comunidades indígenas revelan que muchas de estas historias de hostigamiento y violencia, en particular las que involucran a mujeres, ancianas y niños, siguen sin ser atendidas por las autoridades. La falta de acción por parte de la policía provincial frente a estos abusos genera un ambiente de desconfianza y desamparo entre las comunidades afectadas.
Pewmahue, desde la voz de Elsa
“El 14 de febrero, se cumplen 14 años de la vuelta al territorio en el que nací y me crié. Mi mamá estaba contenta de poder volver, ya estaba enferma y muy viejita. Pero pudo ir a la rogativa y estaba feliz de que yo la hiciera. A ella le negaron que hablara en lengua Mapuche. La abuela de ella dice que cantaba el tahiel muy lindo, en la lengua mapuche, pero a su papá le decía que no aprenda eso, porque va a ser perseguida, humillada y un montón de cosas.
Después que falleció mi papá en 1980, mis hermanos quisieron vender, a mi mamá la sacaron, tuvimos que irnos con mi mamá, porque según ellos, no había para mantener a nadie en el territorio. Toda la vida la trataron de India, hasta mi papá cuando se enojaba con ella. Eso a mí me dolía ya desde chica, que me daba una tristeza…me preguntaba: ¿por qué le trata así? Trabajó toda la vida ahí para que después los hijos la saquen como si ella no fuera nada. Ella fue una sirvienta, toda la vida, ordeñamos las chivas, hacíamos queso, ¿Qué no hacíamos ahí en el campo? Y después, al quedar solita, pasó esto.
Mi mamá anduvo dando vueltas mucho tiempo de casa en casa. Yo en ese tiempo tenía 17 años. Mis hermanos se llevaron las cosas, los muebles y mi mamá se quedó con los puesto nomás y dando vuelta como nosotros. Yo terminé trabajando de empleada doméstica.
Cuando más o menos yo tenía 20 años, fue que dijeron que vendieron, supuestamente a un turco de apellido Neme. Pero como no tenía papeles, nunca hizo nada y empezó a dejarlo abandonado. Se comentaba que nadie podía estar ahí, decían que sentían ruidos, que veían a mi papá o que veían cosas. Los peones que traía no querían estar, entonces quedó todo abandonado hasta que decidí volver.
Hasta ese momento tuve muchos pewmas (sueños) muchas visiones que me decían que tenía que volver al territorio. Me despertaba a medianoche, me preocupaba y algo me inquietaba. Pasó el tiempo, yo tenía algo de conocimiento de la situación de nuestros antepasados, nuestros ancestros., aunque siempre fue mejor no hablar porque si no te humillan y te maltratan. Entonces comencé a reunirme con otras comunidades, a ir a rogativas, camarucos y otras ceremonias. Entonces ya decidida me dije: “yo ya no quiero perder más tiempo, me voy a mi territorio”
En ese tiempo yo estaba con el papá de mis hijos e hijas y mi yerno, o sea, toda mi familia. Ni bien ingresamos fui a la comisaría, hice una exposición avisando. No había candado, ni tranquera, la casa que era de adobe estaba destruida, todo estaba roto, tirado por el piso. Ese día el comisario me dijo: “quédese tranquila, mejor que esté usted y que no esté más abandonado”, porque lo usaban los que robaban y carneaban animales
Yo nací y me crié ahí, y me dio mucha pena ver todo abandonado y todo tirado. Empezamos a construir todo de vuelta, dormíamos como podíamos en el piso. después nos prestaron un motorhome para poder dormir. Mi hijo tenía cinco años en ese tiempo, mi nieta todavía no cumplía un añito, mis otros nietos igual, chiquitos todos. Así comenzamos a trabajar, a poner todo de pie de vuelta, trabajando todos levantamos un quincho. Luego reparamos paredes, techos.
Por esos días incluso vino uno de mis hermanos. Se quedó una noche y me terminó diciendo que yo era una ignorante, que a los indios se los pasaba no sé por dónde. Esa noche me agarré un ataque de nervios, lloré hasta que no vi más.
Después tuvimos el juicio con el que “supuestamente había comprado las tierras”, porque no se podía vender. Supuestamente lo había comprado Hugo Neme y se lo dio a su hermano Damián Neme. Ese juicio lo afronté sin mis hermanos. Seguí con mi familia, con mis hijos, con mi ex esposo que estaba en ese momento, luchando y luchando. Finalmente, el juez determinó a nuestro favor, o sea, la comunidad, el mío y de mi familia. Y así quedamos todos tranquilos.
Aún tengo trato con Damián Neme, porque él tiene el campo lindero. Y hasta incluso hace unos días vino por un permiso para señalar y me preguntó por una oveja. O sea, yo no tengo problemas con ellos. Los problemas me lo vienen haciendo, después de tanto tiempo, mis hermanos.
Cuando estuvimos en pandemia, yo todavía estaba con mi ex marido, mis hermanos venían y yo los recibía a todos. Disfrutaban, pasaban días y se quedaban porque la mayoría viven en Las Heras (Santa Cruz). Pero después de que me separé, y quedé con mis hijos y mi nieto y mis yernos, sucedieron hechos de violencia hacia mi hijo menor. Entonces ahí comenzaron los problemas.
En enero del 2024 ingresaron a la comunidad, según ellos con orden de su abogada. Me rompieron la cerradura de la puerta, me tiraron las cosas de mi hija, los juguetes y ropa de mis nietos afuera. Sacaron y tiraron el cartel que dice Pewmahue en la entrada. Pusieron otro que decía “Establecimiento El capricho de los hermanos Ferreyra”. Eso está todo en el juzgado, porque hice denuncias.
Ninguno de ellos se autoreconoce, reniegan a lo que es ser aborigen, al contrario de lo que yo defiendo. Me dicen que soy una usurpadora, sinvergüenza. Me han humillado, me han tratado de india, muchos maltratos de ellos. Me separé para poder estar tranquila ,y cuando me separo me atacan ellos.
Un año después vuelve a pasar lo mismo, el 6 de enero mis hermanos, con sobrinos, que no veo hace años, llegaron con cinco autos repletos. Bajaron gritándome. Yo me encontraba sola en la comunidad. La abogada de ellos se presentó diciendo que venían porque querían pasar el día, comer un asado y no sé qué más. Yo les dije que no porque toman mucho y se ponen violentos. Entonces, me dijo que ellos también tienen que estar acá, porque tienen derecho. Le respondí que está todo judicializado y que debían esperar la resolución del juez.
Después, fui a hacer la denuncia, pero no me la quisieron tomar en la comisaría de Sarmiento. Me dijeron que era un problema familiar y que eso ya estaba judicializado. Entonces pedí hablar con el comisario, pero me dijeron que no estaba. Incluso me estuvieron dando ahí unos consejos de que no hagas más nada y que deje todo así como está, porque podía ser peor. Y otras cositas más me aconsejaron, que yo no soy tonta para agarrar esos consejos. Está bien que no tenga demasiado estudio, pero me doy cuenta cuando a una la quieren enredar en algo. Al final me largué a llorar ese día.
Yo conozco las reglas de las comunidades, tenemos nuestros estatutos. Nosotros estamos inscriptos en Rawson, con toda mi familia, tenemos el libro de actas también. Tenemos personería jurídica. Nos hicieron relevamiento territorial, la carpeta técnica. Me enviaron todo eso desde Buenos Aires. Pasó Rawson, de Rawson a Buenos Aires. Somos una comunidad formada, registrada. Tengo todos los trámites hechos. Solamente me falta el título comunitario que nos dan a las comunidades.
Yo tengo 61 años. El otro día estuve con taquicardia, con presión alta por que soy hipertensa. Y ese día le dije a la abogada de ellos: “retírese, por favor”, porque yo me sentía mal realmente. Se me secaba la boca y pensaba que me podía pasar algo en ese momento y encima estaba sola.
Le dije a la abogada que la hacía responsable a ella y a todos los que la acompañaban de lo que me pase: “Si a mí me pasa algo en este momento, la responsable es usted y todos ellos”, le dije. Entonces empezó a decirles que se vayan retirando, porque creo que me vio mal. Se fueron diciéndome de todo.
Lamentablemente mis hermanos reniegan de lo que es ser Mapuche o Tehuelche. Por eso me decían :”si la india esa queda ahí, la vamos a sacar”. Eso es lo que quieren ellos, una vez que estén ahí adentro, ya no se va a poder vivir. Yo tengo nietos menores y temo por ellos.
Uno de mis hermanos se bajó con un cuchillo, estaba colorado y estaba nervioso, y me gritaba y me decía no sé qué cosa, porque ni se le entendía tampoco. Y cuando la abogada se da vuelta lo ve con el cuchillo, y al verlo le pegó el grito, le dijo: váyase para allá! ,
Después me dijo la abogada: “Elsa, te quiero pedir mil disculpas, yo no me había dado cuenta que él bajó con el cuchillo” En la comisaría me dijeron que si soy criada acá, debería saber que la gente de campo siempre anda con cuchillo. Pero una cosa es andar con cuchillo la gente de campo, otra cosa es que te agredan, que te insulten, que se bajen prepotentes, hasta la abogada tuvo que pedirme disculpas.”
Mi sentimiento es proteger este lugar, el territorio. Acá hay un lugar sagrado donde están los chenkes, otro donde está toda la medicina ancestral. Tenemos caballos, tengo algunas ovejitas que incluso hace poquito me robaron. Yo no quiero que vuelva a pasar otro problema, por mi salud y por la de mi hija que tiene problemas de corazón y está en tratamiento.“
Incumplimientos y deudas
La historia de Pewmahue, y sus autoridades políticas se replica años tras año por la desidia estatal que prefiere – tal como lo hace el Gobernador Torres- catalogar de “buenos o malos seudo mapuche tras falsas banderas”, en vez de cumplir con el derecho indígena vigente.
Durante la década de 1990, Chubut se destacó como la provincia con la legislación indígena más avanzada de Argentina. Sin embargo, con el paso del tiempo, surgió una preocupante realidad: a pesar de ser la tercera provincia con mayor población conocida indígena en el país, persiste una gran deuda con el pueblo mapuche tehuelche y sus comunidades.
La falta de un cambio de paradigma por parte del gobernador actual y la ausencia de mecanismos legitimados por las comunidades mapuche tehuelche para regularizar la propiedad comunitaria, perpetúan un incumplimiento histórico. Esta situación mantiene a las comunidades en un estado de vulnerabilidad y precariedad jurídica que contrasta fuertemente con los avances legislativos de décadas anteriores.
La implementación de la consulta y participación legítima es imprescindible para abordar esta deuda histórica, y así, garantizar que los derechos de las comunidades sean respetados, protegidos y construir una sociedad más justa e inclusiva.
Foto: Comunidad Mapuche Tehuelche Pewmahue
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