Vecinos de Paso Córdoba denuncian contaminación del agua

Las familias del barrio Paso Córdoba, ubicado sobre la margen del Río Negro, a unos 15 km de Fiske Menuco (General Roca), siguen recibiendo agua contaminada. El suministro presenta una sustancia aceitosa que podría contener manganeso e hidrocarburos. La cercanía con pozos de fracking —a menos de diez kilómetros río arriba— refuerza las sospechas sobre la contaminación de las napas. Esta situación demuestra que los negocios extractivos no solo perjudican a las comunidades mapuche, que históricamente denuncian la contaminación del agua y los territorios. Aunque el Departamento Provincial de Aguas se comprometió a entregar agua potable mediante camiones cisterna, nunca cumplió, y los vecinos siguen reclamando: “Queremos agua, no petróleo”.

El 17 de octubre pasado, vecinos y vecinas de Paso Córdoba presentaron una intimación formal y urgente ante las autoridades de Aguas Rionegrinas S.A. (ARSA), por la grave y persistente contaminación del agua potable que afecta sus hogares y el cauce del río Negro. Esta acción forma parte de una larga historia de reclamos ignorados. Mientras tanto, la comunidad continúa recibiendo agua oscura, con olor desagradable y residuos aceitosos que comprometen la salud, la vida cotidiana y la economía de cada familia.

En el documento entregado, exigieron respuestas concretas y soluciones reales. La comunidad demanda acceso inmediato a agua segura, limpieza y reemplazo de las cañerías contaminadas, transparencia en los estudios de calidad y en las obras prometidas, responsabilidad ambiental por parte del Departamento Provincial de Aguas (DPA) y un control efectivo sobre el río. También reclaman atención médica y sanitaria para las personas afectadas, ante los posibles impactos en la salud que esta situación viene generando.

Desde la Asamblea barrial remarcaron que organizaron la acción de manera pacífica y respetuosa, pero con firmeza. No solo exigen soluciones técnicas: también reclaman justicia. Los vecinos advierten que quienes permitieron y ocultaron esta situación deben rendir cuentas, y que los dirigentes que obligaron a la población a consumir agua contaminada deben asumir su responsabilidad. “Queremos soluciones, pero también justicia”, expresaron.

Ante la falta de respuesta, un grupo numeroso se manifestó el 23 de octubre frente a las oficinas de ARSA, para denunciar públicamente el mal estado del servicio de agua potable que llega a sus domicilios desde la red. Esta situación —que los vecinos reclaman desde enero— se agravó en las últimas semanas y generó un fuerte revuelo entre las autoridades provinciales. En vísperas de una jornada electoral nacional, salieron rápidamente a realizar tareas de mantenimiento en el tanque de abastecimiento y en las cañerías, en una maniobra que los vecinos consideran oportunista más que genuina.

Durante la movilización, los vecinos volvieron a mostrar filtros de agua impregnados con una sustancia negra y aceitosa que podría tratarse de manganeso. Al combinarse con cloro, esta sustancia adquiere una coloración y densidad inusuales. Reclamaron acceso a agua potable segura y denunciaron la contaminación del río Negro, principal fuente de abastecimiento local. Con botellas de agua oscura, prendas manchadas y carteles que visibilizan afecciones como gastroenteritis y lesiones en la piel, exigieron respuestas urgentes.

Aunque las autoridades de ARSA sostienen que el agua es potable, los vecinos sospechan que la sustancia detectada podría estar relacionada con hidrocarburos presentes en las napas freáticas subterráneas. Señalan que las perforaciones de fracking más cercanas se encuentran a tan solo diez kilómetros río arriba, entre chacras de Allen, y que esta extraña sustancia apareció de un día para el otro en un barrio con más de cien años de existencia.

Mientras las y los vecinos realizaban el muestreo de filtros y bidones en plena calle, bajo el lema “Queremos agua, no petróleo”, César del Valle —uno de los responsables del DPA— atendía a la prensa oficialista a escasos metros. Mostraba informes que, según él, demostraban los trabajos de mantenimiento realizados en las instalaciones domiciliarias afectadas.

Molestos por la situación, los vecinos acortaron distancias para exigir explicaciones y reclamar por un servicio que no sirve ni para el consumo ni para los quehaceres diarios, y que aun así deben seguir pagando. Calculan que unas doscientas familias están afectadas directamente, tanto quienes están conectadas a la red como quienes dependen de perforaciones, también contaminadas.

Al mediodía, las autoridades abrieron las puertas para convocar a representantes de la Asamblea vecinal a una instancia de diálogo. Quienes ingresaron ofrecieron a los funcionarios un vaso con el agua contaminada que reciben en sus casas, pero ninguno aceptó beberla.

Distintas organizaciones sociales acompañaron la protesta y remarcaron que esta problemática afecta a toda la región. Señalaron que llegó el momento de que la población se involucre y frene los negociados que la clase política impulsa a espaldas del pueblo, entregando el territorio y el agua a empresas extranjeras que depredan la vida en esta región.

Entre los compromisos asumidos por el DPA figura la provisión de agua potable mediante camiones cisterna, mientras avanza la construcción de una nueva cisterna y el recambio de la obsoleta cañería del sistema de bombeo y distribución. Todo esto ocurre a pocos meses del inicio de otro verano caluroso, en una zona donde la falta de agua y de energía eléctrica se volvió una constante.

En la semana siguiente, la entrega prometida de agua potable no se concretó. El sábado, vecinos y vecinas de la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua, de Allen, participaron de una asamblea abierta en el playón del barrio. Compartieron su experiencia de lucha, que comenzó hace más de una década, y alertaron sobre la gran cantidad de enfermedades que se manifestaron en su comunidad.

Los vecinos de Paso Córdoba también denunciaron que los técnicos de ARSA estarían manipulando los resultados de los análisis. Relataron que los operarios evitan tomar muestras en los puntos más críticos, lo hacen sin testigos ni escribanos, y no respetan protocolos que garanticen la cadena de custodia. Esta práctica, advierten, distorsiona el diagnóstico real y minimiza el problema ante la opinión pública y los organismos de control. Mientras tanto, siguen registrándose casos de gastroenteritis y afecciones dérmicas.

ARSA ratificó públicamente que el agua es potable y apta para el consumo humano, cumpliendo con el Código Alimentario Argentino, la Organización Mundial de la Salud y el Consejo Federal de Entidades de Servicios Sanitarios. Sin embargo, un video difundido en redes sociales muestra al subgerente del DPA, César del Valle, hablando por teléfono con un superior. En la grabación, reconoce que la cisterna inyectaba manganeso a la red y reclama que ya es hora de hacer un trabajo serio y “cortar con el chamuyo”. Mientras tanto, las familias siguen esperando una solución concreta.

✍🏾📷 Jaime Carriqueo



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