De Puel Mapu a Palestina, dos pueblos una lucha

El trawn (conversatorio) “Vivencias y Sentires de los Genocidios Mapuche y Palestino” organizado por la Comunidad Las Huaytekas, fue un momento para compartir, con poesía e intercambios, la historia y el presente del horror del genocidio sufrido por ambos pueblos.

Este sábado 27 se realizó un trawn en la escuela 250 del paraje Las Huaytecas, en inmediaciones de la comunidad mapuche Las Huaytekas, a pocos kilómetros de El Bolsón, provincia de Rio Negro. La convocatoria incluyó un intercambio en torno al genocidio sufrido en La Patagonia a finales del siglo XIX y el actual genocidio en curso en Gaza Palestina, a través de la poesía y la figura de Margarita Foyel, cuyos restos fueron restituidos en 2015 desde el museo de La Plata y hoy descansan en territorio de la Comunidad.

Es difícil trazar paralelismos cuando se trata de heridas aun abiertas que el dolor remueve en cada recuperación de las historias orales transmitidas, de los documentos y relatos recuperados de la misma ciencia que encerró a Margarita en un museo y la expuso luego de su muerte como una pieza más de su colección. Pero buscar una síntesis posible es también un modo de intentar hacer justicia a esta historia de despojo y genocidio.

Desde el Comité de Solidaridad con Palestina de la Comarca Andina, recibimos la invitación de Mirta y Elisa Ñancunao para poder hablar de las analogías y similitudes entre aquello que, aun presente en los supervivientes, marcó a fuego la historia mapuche, y la dramática situación en Gaza.

Rodeados de pinos, testimonio de las cicatrices que la ocupación de la Patagonia imponen en el territorio, Mirta y Elisa reabrieron sus heridas para dar voz a aquella historia, que hoy se perpetúa en las amenazas de desalojo que enfrenta la Comunidad Inalef de Mallín Ahogado, que enfrentará un juicio en Bariloche el próximo 13 de octubre por parte de especuladores inmobiliarios, entre otras tantas.

El relato va y viene en el tiempo, no podría ser de otro modo. “Nos quieren atemorizados, quieren que naturalicemos el horror” dice Soraya Maicoño que nos invita a sostener en nuestros espacios políticos nuestro Pulli (espíritu) porque “enfrentamos una guerra espiritual”, donde buscan quebrarnos. Su canto, la fuerza de ese canto ancestral, remueve el espíritu. Quizás desde la emoción compartida sea más fácil aliviar el dolor de lo que vemos en Gaza y sobre el genocidio en La Patagonia. “Compartir el dolor hace que sea más liviano” dice Mirta.

Genocidio

Cuando en diciembre de 1948 se fundó la Convención para la Prevención y Castigo del Crimen de Genocidio de las Naciones Unidas, se establecieron cinco categorías de crímenes que configuran el delito de genocidio. Las cinco se cumplieron en el caso de los pueblos Mapuche y Tehuelche durante la infame “conquista del desierto”, por lo que el Estado Argentino es responsable de un crimen de carácter imprescriptible que no ha hecho sino profundizarse desde entonces con despojos y abusos de todo tipo contra los sobrevivientes.

Sólo una de esas “condiciones” no es compartida con la experiencia del pueblo Palestino, la apropiación de niños. Las niñeces mapuche capturadas por el Ejército Argentino fueron separados de sus familias y entregados a familias ricas como criados o recluídos en internados Salesianos, obligados a borrar su idioma, cultura, tradiciones y hasta sus nombres originarios. El sionismo no se ha apropiado de los niños Palestinos. No, directamente los mata a razón de 27 por día desde el 7 de octubre de 2023, más de 20.000 registrados hasta el día de hoy, aunque se sospecha que son muchos más.

Al momento de sancionar esta Convención, fruto de los horrores del Genocidio Nazi contra judíos, Rom, Comunistas, discapacitados, disidencias sexuales y pueblos eslavos, y elaborada a la luz del Genocidio Armenio, Israel llevaba siete meses de su fundación con el desplazamiento de 750.000 Palestinos de sus tierras mediante el terror, la destrucción de 500 aldeas, incontables masacres como Tantura o Deir Yassin y la destrucción de casas, cementerios, mesquitas y todo rastro de presencia Palestina en los territorios que hasta hoy ocupa la entidad sionista.

Poesía como puente

Jorge Spindola, trajo parte de la historia de aquel rescate de la historia. Por el año 2000 realizaban un “taller de identidad” en el barrio Planta de Gas de Trelew cuando una compañera planteo que había tenido un sueño y que había que formar un Camaruco, una ceremonia Mapuche que combina los antepasados y el futuro, en Dolavon porque “hay gran dolor en esa tierra”. Con la ayuda de Lorenzo Quilaqueo, por entonces Lonko de la Comunidad Nahuelpan de Esquel lograron realizar el Camaruco, peor el proceso llevó a conocer parte de una historia desconocida en la zona.

La del Fortín Villegas, también conocido como Corral de Sacamata, a traves de las memorias de Catrilaf, es el rescate de la tragedia vivida por los mapuche y tehuelche cautivos durante la masacre de Apeleg, relatada como “combate” por el Ejercito Argentino. Alli, los caciques Foyel e Inacayal y sus familias fueron masacradas por el Ejercito y los supervivientes trasladados a un campo de concentración armado en la costa sur del Rio Chubut al otro lado del pueblo gales de Dolavon. Traídos a pie desde Tecka, fueron obligados a marchar hasta el campo de concentración de Valcheta, en Rio Negro, y luego a Patagones donde fueron embarcados hacia los Corrales de Retiro y la Isla Martin García. Una historia de horror que fue reconstruida por la investigación de las propias comunidades con la ayuda de antropólogos e historiadores.

La Canción de Chel Foro, cantada por Beatriz Pichimalen, el ülkantun de Juan Millan, es testimonio del dolor histórico que el genocidio marcó en la conciencia Mapuche. Y la poesía se transforma así en “un medio para decir el dolor de un duelo que no cesa” en palabras de Jorge.

Melissa Stocco, trajo la poesía de Gaza. Una poesía escrita entre las ruinas que la brutalidad sionista deja a su paso por jóvenes palestinas que buscan expresarse entre los escombros de las universidades y las casas. El cielo, ese espacio calmo y etéreo, es un elemento constante en estas jóvenes poetas, herederas del asesinado Refaat Alareer, un medio de escape al cerco impuesto por tierra y mar durante 20 años a la Franja de Gaza. Es una esperanza de futuro y redención ante la masacre en curso en medio de la cual buscan lanzar al aire sus poemas como “medio para el dolor”. La selección de Melisa no podría ser mas pertinente y conmovedora.

Una palabra canto del Wünelfe Ül de Virgina Tropan, traído por Spindola, parece describir lo que Margarita Foyel, y tantas como ella, sufrió en su cautiverio: Küñufal, una orfandad producto del despojo. Y en el aire y los espíritus se conectan con una joven poetisa gazatí que Melisa lee y busca “volver a ser humana” en medio de la deshumanización de la barbarie sionista. Trémula la voz al leer algo que cala tan hondo de la emoción.

La jornada se cerró con una visita al enterratorio de Margarita Foyel, o mejor dicho, Tropachun Foyel, nombre que logró rescatar la comunidad en su investigacion y rescate de la memoria, donde se realizó una ceremonia. Alli, en medio del bosque achaparrado que rodea a la Comunidad Las Huaytekas bajo una tenue llovizna, hubo otro momento emotivo donde se compartieron palabras y sentires entre el silencio respetuoso y la imponente presencia del Cerro Serrucho. Tambien de agradecimiento por permitirnos compartir ese momento por primera vez a los no mapuche, ya que la memoria de Tropachun, como mujer indígena, sintetiza en buena medida la tragedia de la historia mapuche.

Pero es cierto, compartir el dolor hace que sea más fácil sobrellevarlo en momentos en que necesitamos enfrentarlo en las calles de todo el mundo quienes como mi generación somos hijos del genocidio de clase de la última dictadura, junto a quienes llevan en su piel y en su memoria el genocidio originario contra los pueblos mapuche y tehuelche.

Quizás Tropachun Foyel y su historia sean una síntesis brutal de la historia del genocidio en La Patagonia. Pero que sus restos descansen hoy en una Comunidad Mapuche, luego de más de cien años en un museo, es muestra que la lucha por el pasado no es solo una cuestión de libros, sino la posibilidad de construir un futuro distinto. Sin dudas la Poesía será compañera y herramienta en ese viaje que comenzamos a forjar en común. Pero la rabia ante la injusticia es una energía potente para forjar el espíritu que nutra la pelea por el derecho a la autodeterminación y un futuro donde historias como la de Tropachun y las poetisas palestinas sean un ejemplo de la barbarie capitalista que superamos. Ojalá /inshAllah /May PIwkeno

✍🏾📷 Ulises Crauchuk La Izquierda Diario



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