El fuego más allá de los bosques: voces de la comunidad Prane

En el último verano, los incendios forestales arrasaron con miles de hectáreas de bosque en la Patagonia, dejando tras las cenizas reflexiones sobre la responsabilidad colectiva y críticas hacia el manejo estatal. Ana Prane y Benito Cumilao, dos integrantes de la comunidad mapuche-tehuelche Prane, tuvieron el fuego muy cerca de su comunidad y nos comparten sus testimonios. 

Desde la comunidad Prane, a 25 kilómetros de Esquel en Chubut, Ana y Benito observan con preocupación las consecuencias del fuego que este verano amenazó no sólo su hogar, sino también el entorno natural que la rodea. Ana agradece el esfuerzo colectivo de brigadistas, bomberos, personal municipal y pobladores que trabajaron codo a codo para proteger la zona. “El incendio estuvo cerca de nosotros, pero vinieron a nuestras casas y nos hicieron cortafuegos”. Benito denuncia la falta de apoyo estatal a los trabajadores que luchan contra el fuego. “Es momento de sentarse a analizar por qué tenemos un Estado que critica sin apoyar a los trabajadores que hoy están jugándose la vida”, expresa con un tono que mezcla indignación y tristeza. 

Pinos y abandono

Ana señala un problema estructural: la forestación de pinos, incentivada por la provincia, que hace años se convirtió en un riesgo latente. “Nosotros no tenemos bosque de pinos, pero en el campo vecino sí. Eso es algo que tiene que cuestionar el Estado”, afirma, subrayando la falta de mantenimiento y control en estas plantaciones. El incendio, iniciado en la localidad vecina de Trevelin, encontró en esta especie exótica el acelerante perfecto.

Para Ana, la gestión estatal de los bosques nativos es otro tema que necesita replantearse. Recuerda cómo, en el pasado, la limpieza de leña muerta era una práctica común que ayudaba a prevenir incendios. Pero con la llegada del gas, estas costumbres se fueron perdiendo, dejando los bosques vulnerables. “Estos bosques son el pulmón de Esquel y de los habitantes que vivimos acá” afirma, apelando a la necesidad de realizar un manejo responsable de estas reservas.

El impacto de los incendios va más allá de lo visible. Ana reflexiona sobre las consecuencias a largo plazo: “Si yo me muero, no pasa nada, me va a llorar mi familia nomás. Pero si se queman los bosques, en el invierno no habrá contención del agua, va a haber crecientes y arrasará con todo. A su vez, el aire se va a contaminar porque habrá menos especies que lo renueve”.

Reflexiones sobre el cambio climático

El presidente Javier Milei afirmó en reiteradas ocasiones que el cambio climático es “un ciclo natural”. Para Benito los incendios no son sólo un desastre natural, sino un reflejo de una sociedad que ha descuidado la tierra y a quienes la habitan.

Los datos científicos dan la razón al mapuche (gente de la tierra). El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) arrojó que “la influencia humana ha calentado el clima a un ritmo sin precedentes en al menos los últimos 2 mil años”. Además, el estudio indicó que “la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra” y que “cada una de las últimas 4 décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquier década que la precedió desde 1850”.

Ana lo vive en carne propia, y pone de manifiesto la creciente preocupación por los efectos del calentamiento global. El aumento de la temperatura del suelo es una realidad innegable. “Fui a aporcar las papas, metí mis manos en la tierra y me las quemé. Eso fue días antes del incendio”. La lamgen enfatiza que este problema trasciende las disputas territoriales o culturales. “Yo no veo que sea ni mapuche, ni huinca, ni nada que prenda la tierra. Es que la tierra está recaliente. Es el recalentamiento global del planeta”, sentencia.

Ana expresa que “todos los bosques son historias de vida. No es pavada lo que se quema, para nosotros, los pueblos indígenas, es parte nuestra”. Un recordatorio de la sabiduría ancestral que abogaba por cuidar la tierra para las generaciones futuras. “¿Qué le vamos a dar a nuestros hijos, a nuestros nietos en las sociedades que vienen?”, se pregunta.

Un llamado a la unidad

Con la llegada de la temporada de lluvia, los incendios dejaron de ser una amenaza para los pobladores, por lo menos hasta la llegada del verano. Pero algunos discursos de diferentes funcionarios nacionales y provinciales se sostienen, generando condenas mediáticas y estigmas sobre personas solidarias o los pueblos indígenas que protegen sus territorios.

En Río Negro, 6 personas que intentaban detener el fuego en la zona de Mallín Ahogado, El Bolsón, fueron detenidas e incomunicadas acusadas de iniciar los incendios. Luego de varios días y ante la falta de pruebas fueron liberados. En Chubut, se realizó simultáneamente una docena de operativos a comunidades hogares particulares y una radio comunitaria. Victoria Nuñez Fernández, una integrante de la comunidad Pillán Mahuiza, fue detenida en ese contexto. Hace un mes, cumple arresto domiciliario señalada como responsable de un incendio de maquinaria en una estancia en Trevelin, a pesar de haber presentado pruebas contundentes que la ubican a 80km en el momento de los hechos.

Ana cuestiona la narrativa oficial que busca culpables entre gente de su pueblo y personas solidarias. “No está bien pasar por encima del otro y culpar porque es humilde, porque no tiene dónde vivir”, denuncia, mientras señala la exclusión histórica que sufren los pueblos indígenas. Se pregunta: “¿Qué les cuesta dejarles una hectárea a las personas que no tienen dónde vivir?, mientras a otros que tienen grandes extensiones de tierras, el gobierno les da múltiples beneficios. Hay que hacerse cargo de la exclusión del Estado a los pueblos indígenas”.

Por su parte, Benito plantea que la tragedia no distingue entre personas, pero el discurso oficial sí lo hace como una estrategia para generar miedo y división: “Primero persiguen a los mapuche, dicen que hay un ‘mapuche bueno’ y otro ‘mapuche malo’. Pero el fuego no discrimina; pasa por todos”

“Nos quieren pelear entre gente pobre”, afirma Cumilao, mientras describe cómo las autoridades parecen más interesadas en reprimir que en proteger a los afectados:  “Los que estamos ahí somos gente pobre, que no tiene otra cosa más que defender sus derechos”, dice, visibilizando la desigualdad que se exacerba en momentos de crisis.

Ambos testimonios convergen en un punto: la necesidad de responsabilidad colectiva. “Tenemos que hacernos responsables todos como sociedad”, concluye Benito. En un contexto donde el cambio climático parece imparable y los intereses económicos sobre los territorios se intensifican, sus palabras resuenan como un llamado urgente a la unidad y a la acción solidaria y responsable.

Fotos: Roxana Sposaro



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