Los desmanes de ex presidente de la Administración de Parques Nacionales

Un enemigo interno para los pueblos indígenas

Escribe Silvina Ramírez

En prácticamente un año de gestión, el ahora ex presidente de la Administración de Parques Nacionales –Cristian Larsen- protagonizó cesantías masivas de sus empleados, declaraciones contra comunidades mapuche difamatorias, inacción frente a los incendios desatados en la Patagonia, injerencia indebida en la administración de justicia para obtener órdenes de desalojo, y así, una larga lista de acciones atravesadas por el racismo, la ignorancia, una ideología sesgada y discriminatoria, todo ello encuadrado en lo que llamaríamos “mala praxis” en su función.

Con un desparpajo y ensañamiento pocas veces visto, vinculó los incendios forestales de la Patagonia del último verano con organizaciones indígenas. Según su lectura, los incendiarios eran “los indígenas”, con el fin de evitar los desalojos (o despojos de sus territorios). Reclamó persecuciones desde la justicia, presionó para que los desalojos efectivamente se produjeran, organizó un circo mediático alrededor de éstos, solazándose con el sufrimiento. Un funcionario del Estado que trabajó a contramano de Parques Nacionales, eliminando la obligación -por ejemplo- de contratar guías habilitados para llevar adelante excursiones turísticas, o dejando en condiciones precarias a los empleados, incluyendo a los brigadistas que enfrentaron, y enfrentan, la titánica tarea de combatir los incendios que recurrentemente se producen.

En uno de los párrafos de sus tres hojas de renuncia, Larsen afirma: “Enfrentamos y desarticulamos las usurpaciones ilegales que, bajo falsas reivindicaciones, pretendían fragmentar la integridad territorial de la Nación. Gracias a acciones judiciales y operativos coordinados con otras áreas de gobierno, recuperamos terrenos clave como la seccional El Maitenal en el Parque Nacional Los Alerces y obtuvimos sentencias condenatorias por las tomas de Villa Mascardi, reafirmando el compromiso con el respeto a la ley y la defensa de la propiedad privada”.

Otra vez, el mismo discurso de usurpaciones vinculadas a la integridad territorial. Otra vez, la defensa de la propiedad privada. Otra vez, el desconocimiento de los derechos indígenas. No debiera sorprendernos, aunque sí llama la atención un contenido sin matices, rezumando ideología prejuiciosa, despreciando a empleados, habitantes originarios de parques nacionales, ambiente y naturaleza, a todos por igual, y precisamente por parte de aquél convocado para defenderlos.

Pareciera que esta gestión de gobierno se caracteriza por un despliegue abrumador de la crueldad, y Larsen es sólo uno más de sus tantos ejecutores. En áreas tan sensibles para su gestión, no se duda en colocar un funcionario que va a responder a ciertos paradigmas, y que no tiene ningún tipo de pudor de arremeter con todo, porque sus objetivos están lejos de la defensa del ámbito que le toca presidir. Así lo demuestra su renuncia intempestiva para desempeñar otras funciones para el partido oficialista, en su lugar de origen.

No hay razones para ser optimistas acerca del perfil del nuevo funcionario que ocupará su lugar. Seguramente tendrá las mismas líneas políticas de su antecesor. Es importante, no obstante -y ya con la experiencia del despliegue que llevó adelante el funcionario que deja su cargo- estar preparados para nuevas arremetidas. Los parques nacionales se han convertido en un lugar privilegiado de disputas territoriales, y las comunidades indígenas están en el centro de la escena.

La renuncia de Larsen representa un alivio momentáneo a una situación de hostigamiento intolerable. Y aunque sea un alivio fugaz, hay buenas razones para celebrar que la Administración de Parques Nacionales ya no está más a cargo de un personaje tan siniestro.          

📷 Nicolás Palacios



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